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Un viaje a través de las voces de Choeur de Nous

   David F. Delgado S. y Melisa Echavarria Ostos
   05 de diciembre de 2019

El pasado 21 de noviembre Choeur de Nous, ensamble coral dirigido por el músico instrumentista Héctor Martínez Villavicencio, egresado de la Facultad de Música de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), presentó un sublime conjunto de piezas vocales que llevó a los asistentes a un viaje alrededor del mundo, clausurando así el ciclo de conciertos Jueves de Música Gradiente Musical en el Centro de Ciencias de la Complejidad (C3) UNAM.

A través de voces acompañadas de aplausos y pisadas, el

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ensamble comenzó el viaje musical entonando la pieza Guedé Nibó, un canto tradicional proveniente de Haití, que según explicó el director a la audiencia, forma parte de un ritual vudú.


   Variedad en la música, variedad en el coro

Martínez Villavicencio describió el programa presentado durante el concierto como un “pasaporte musical donde vamos a ir por diferentes épocas, diferentes estilos, diferente absolutamente todo”.

En este viaje, el coro trasladó al público a la Nueva España del siglo XVII mediante la pieza Con amores la mi madre del compositor Juan de Anchieta. Una obra profana con la cual se apreció la mezcla de los registros vocales que integran el coro: sopranos, contraltos, tenores y bajos.

Al igual que la amplia variedad presente en su repertorio, la formación del ensamble también es muy diversa. El coro está integrado por miembros de diferentes facultades, carreras y edades “somos muy distintos, pero todos tenemos amor al canto, entonces eso es lo que nos une y permite que las diferencias se diluyan” mencionó la corista Elisa Cano en entrevista.

Siguiendo con el recorrido el “Coro de nosotros”, como le llama cariñosamente Martínez Villavicencio a su ensamble coral, llevó en un segundo mágico a los asistentes de la recepción del C3 a la Isla de Cuba con el bolero Ausencia, obra del compositor Jaime Prat con el arreglo coral del maestro Electo Silva. Para luego hacer saltar al público a la ciudad de Buenos Aires, Argentina, con el tango Uno, una pieza de desamor de Enrique Santos Discépolo y Mariano Mores.

No todos los integrantes del ensamble tienen una formación musical académica, pues este ensamble se configuró a partir de personas que disfrutan el canto. “La gente dice que para cantar necesitas tener un don, necesitas haber estudiado mucho, pero todos podemos cantar con la formación adecuada […] obteniendo muy buenos resultados”, explicó el director del coro en entrevista.

El ensamble regresó al sur de México, al estado de Oaxaca, donde entonaron animados dos sones istmeños. Primero, cautivaron al público con La Martiniana, dónde las coristas soprano y contralto, acompañadas con diademas de flores de colores de papel en su cabello evocaron el día de muertos. En seguida, con su interpretación de El Feo en zapoteco y español, resaltaron la belleza musical del istmo zapoteca.

Luego, el ensamble se dirigió a Japón interpretando Akai hana, una pieza del siglo VI que acompañaron con el dulce sonido de la flauta de Adriana Santillanes, estudiante de música antigua en la Escuela Superior de Música del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura.

La presentación, aplaudida con entusiasmo por el público, concluyó de forma alegre con un encore en el que interpretaron Candy Man, pieza con la que recordaron la representativa serie de los 2000 Malcolm in the Middle.

   Ciclo de conciertos: Gradiente Musical

Con esta última presentación del ciclo, el director Martínez Villavicencio invita a la apreciación de la música coral, actividad que “tristemente está desvalorizada” en México y alrededor del mundo. El coro Choeur de Nous trata de reivindicar este arte, brindando el mensaje de que es accesible para todos.

El ciclo Jueves de Música busca tener una propuesta distinta semestre a semestre, en esta ocasión, con Gradiente Musical, la compositora y curadora del ciclo Aleyda Moreno Ramírez presentó solistas, agrupaciones y colectivos independientes que mostraron estilos de improvisación libre, jazz, música clásica y contemporánea.

Moreno comentó que la experiencia fue muy gratificante considerando que la evolución del ciclo fue muy buena, ya que el público fue aumentando con cada concierto. “El C3 ya está en mi corazón”, declaró.

Manolo Cocho, artista independiente y coordinador del programa de Arte, Ciencia y Complejidad del C3, UNAM, mencionó que estos ciclos son un ejemplo de la confluencia entre disciplinas que hay desde la complejidad. Son un “acercamiento y sensibilización para los especialistas de otras áreas que no están en contacto con el arte y con la música”, por lo cual considera que es importante que sigan existiendo actividades artísticas en el centro de investigación como un “primer paso para poder tratar de encontrar cruces” y así seguir creando puentes para proyectos transdisciplinarios futuros.


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