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Música cienciacional I

   Ángel Garduño-Sánchez
   27 de febrero de 2020

El auditorio se oscureció. Solo era posible ver algunas sombras y cierto resplandor proveniente de las pantallas led indicando a los asistentes que estaban encendidas. Luego, vino un sonido como de estática y las pantallas comenzaron a parpadear con clips de una bailarina sobre un fondo negro.

Así comenzó la video-danza Estudio sobre la fragmentación I (advertencia: el video puede afectar a personas fotosensibles) del compositor y artista audiovisual Michel Soto durante el “Encuentro Interdisciplinario sobre Ciencia, Sonido y Música (EICSM)” el pasado 13 de febrero en el Centro de Ciencias de la Complejidad (C3) de la Universidad Nacional Autónoma de México.

La video-danza de Soto formó parte de una serie de conciertos que se dieron entre el jueves 13 y el viernes 14 de febrero como parte del Encuentro. Este “proyecto se dio en colaboración con el seminario de ‘Ciencia y música’ de la Facultad de Música de la UNAM y el seminario ‘Arte y ciencia en el marco de la complejidad’ del C3”, explicó Rossana Lara, musicóloga y una de las organizadoras del evento, en la apertura del concierto. “Este proyecto fue auspiciado por la Secretaría de Cultura y la UNAM como parte del programa ‘Arte, ciencia y tecnologías‘”.

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   La polilla, la casa y el performance vocal

El concierto del jueves 13 continuó con la pieza Ascalapha del compositor Héctor Ulises Vera, quien se presentó como un “disidente de la academia”. La pieza comienza con sonidos semejantes al motor de un automóvil que poco a poco van tomando fuerza y es más clara la distorsión del sonido, hasta llegar a lo que parecen ser sonidos ambientales del tráfico.

Claro que esta descripción es una interpretación ya que “a veces el mismo cerebro va alucinando ciertas variaciones porque realmente ya no sabemos bien si sí paso o es algo que uno va construyendo”, dijo Vera en entrevista. “En esta ciudad la cotidianidad está saturada”.

Fue esta saturación la que lo llevó a crear esta pieza que realmente son grabaciones de sonidos de motores autos, ruidos de la calle y del transporte público. Vera explicó: “fui ensamblando de tal manera que se saturara para no poder distinguir nada”.

La pieza fue creada en monoaural —sonido semejante a escuchar con un solo oido— por lo que no tiene espacialización y satura la única bocina en la que suena, “es como si fuera una oreja que está sangrando”, apuntó Vera. El nombre de la pieza está inspirado en las alas de la polilla Ascalafa odorata —que en México se asocia con la muerte y mal agüero— ya que a primera vista la mariposa parece una mancha negra pero ”si uno empieza a afinar la vista puede apreciar los diferentes patrones y sus variaciones muy leves”.

El concierto continuó con el performance vocal de la música y artista sonora, Sarmen Almond. La pieza lleva por título Longing “que significa melancolía”, explicó la cantante. “Y realmente es una pieza un poco oscura...bueno para mi”.

La pieza consta de dos partes: la parte electrónica y la parte a cappella. Por cuestiones de tiempo Almond solo interpretó la parte electrónica en donde nos demostró su capacidad vocal para llevarnos “a mundos imaginarios con múltiples voces [...] a una cuestión de multipersonalidades y un becoming constante”, dijo la artista sonora. A diferencia de las otras piezas, en dónde se hace uso de instrumentos extendidos, Almond es su propio instrumento (incluso extendido). “Yo soy mi instrumento y de mi instrumento que es mi cuerpo sale un sonido, que en este caso es la voz”, confesó. “Pero más bien mi instrumento es mi cuerpo y si yo conozco como chambea mi cuerpo de ahí voy a saber como trabajar mi voz”.

Además de su trabajo como música y artista sonora, Almond estudia butō –manifestación artística japonesa– lo que la ha ayudado a su autoconocimiento como instrumento ya que el acto del “performance vocal es una práctica que requiere de muchos otros elementos”.

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Para cerrar el concierto Elías Xolocotzin presentó el performance “en vivo y estéreo” Especie de espacios en silencio. La propuesta de Xolocotzin difiere de la de sus compañeros “yo no estudié música [...] soy artista plástico y específicamente escultor”. El artista lleva 8 años dedicándose a la escultura sonora y es su formación en artes plásticas lo que le ayuda a ver al sonido “en sus propiedades y en su física”. De ahí que parte en utilizar un objeto escultórico [un objeto real], en este caso una casa, y lo saca de contexto.

Durante el performance se observó una pequeña casa de madera con la luz encendida. Xolocotzin proyectó imágenes de la casa en vivo mientras jugaba con el tamaño de la casa y sus luces. Todo esto mientras se escuchaba una pista de audio.

   Primera llamada

De esta forma culminó el primer concierto dentro del “Encuentro interdisciplinario sobre ciencia, sonido y música” en el C3. El segundo concierto se llevó el día de San Valentín, entre músicos, científicos y enamorados; y fue tan ecléctico y provocativo como el primero. Caos, estridencia, ruido, lucha, cuerpos, oscuridad. Segunda llamada.


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