“Los cuidados deberían tener, en términos de las prioridades, un lugar central en todos los niveles, es decir, a nivel de agenda pública, como también a nivel micro, o sea, en nuestra vida cotidiana”, dijo Karina Batthyány, doctora en sociología y secretaria ejecutiva del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO).
Batthyány participó en el seminario de “Cuidados de la salud y bienestar” con una charla titulada "Desafíos y oportunidades hacia la sociedad del cuidado en América Latina", el pasado 23 de junio del 2022 en el Centro de Ciencias de la Complejidad (C3).
Para ella, los cuidados se han convertido en un nudo crítico de la desigualdad en América Latina y el Caribe, y es por ello que se deben tratar como objeto de estudio y problema político y púbico en la región.
De acuerdo con Batthyány, el cuidado designa la acción de ayudar a un niño, niña o persona dependiente en el desarrollo y bienestar de su vida cotidiana. Esta definición se priorizó debido a que se busca enfrentar la construcción de una política pública del cuidado. Cuidar es dedicar tiempo a personas que lo necesitan por distintas razones, ya sean los hijos o los adultos mayores, por una necesidad o por dificultades de movilidad.
Pero para muchas especialistas como Batthyány, la perspectiva del cuidado ha evolucionado. Cuidar es también dedicarles tiempo y atención a las personas que tienes a tu alrededor, así como al entorno que te rodea. Esta visión del cuidado más global e inclusivo se basa en la idea de que todo el mundo puede ser dependiente en algún momento y todo el mundo necesita atención en distinto grados; además, el planeta también debe ser cuidado desde diferentes ámbitos para desarrollarse en un contexto sano.
Mujeres y personas con menos recursos: cuidan más pero no son cuidadas
El problema es que en muchos países de la región de América Latina y el Caribe el cuidado no es público y tiende a considerarse doméstico, privado y a cargo, generalmente, de las mujeres, lo que amplía las brechas de desigualdad.
Según los estudios de género, las tareas domésticas son imprescindibles para el funcionamiento del sistema social para el bienestar social y económico. Pero a pesar de su importancia para la construcción y funcionamiento de las sociedades, la mayor parte de ese cuidado recae en los cuerpos de las mujeres. “Cuando el cuidado no se resuelve por parte de las mujeres de la familia, se resuelve de manera remunerada bajo la forma de trabajo doméstico remunerado, es decir, de trabajadoras domésticas remuneradas”.
Y no solo son mujeres. Con frecuencia son las personas con menos recursos las que carecen de acceso a cuidados de calidad porque se ofrecen de forma marginal y no como parte de los servicios públicos.
De acuerdo con Batthyány, “en los últimos años el término de cuidado ha comenzado a aparecer en primer plano de muchas políticas en la región”. Ejemplo de esto son algunos países sudamericanos como Uruguay, donde el cuidado es reconocido como un derecho. Gracias a la “Ley de cuidados”, promulgada en 2015, el país sudamericano reconoce el derecho de todas las personas en situación de dependencia a ser cuidadas con calidad e igualdad para avanzar hacia un cambio cultural. En Chile, se ha puesto énfasis en el cuidado a través del programa de cuidado infantil llamado “Chile crece contigo”, mientras que en Ecuador se analiza la integración del trabajo reproductivo no remunerado en la Constitución.
Sin embargo, a pesar de que el cuidado aparece en la agenda pública, en la práctica se enfrenta a otros temas de importancia nacional, regional y mundial como el calentamiento global, la seguridad, o la migración. Sin darnos cuenta, dijo Batthyány, todos esos temas son temas vinculados directamente con el cuidado. Y de ahí su llamado a que se coloque como tema central en los países de la región.
Batthiyány no es la única que hace este llamado. Nadine Gasman, presidenta del Instituto Nacional de las Mujeres (INMUJERES) en México, dijo en un evento realizado por el Día Internacional de los Derechos Humanos (10 de diciembre) que el cuidado no solo debe ser un derecho en América Latina y el Caribe, también “es necesario visibilizar la doble dimensión del concepto de cuidado: el cuidado es al mismo tiempo un derecho al que las personas deben tener acceso, pero también el acto de cuidar es una función clave para la reproducción de la sociedad”, afirmó Gasman.
“Poner los cuidados en el centro también supone empezar a pensar en términos relacionales, que implican un reconocimiento y respeto del otro y la otra. Se deben tener presentes los conceptos de interdependencia, reciprocidad y contemporaneidad en las sociedades”, explicó Batthyány en su charla en el C3. “El objetivo, en definitiva, es una transformación cultural que cuestione elementos tan básicos como la división sexual del trabajo y los sistemas de organización que surjan de esa división”, finalizó.
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