¿Quién lleva a cabo las tareas de cuidados? ¿Quién cuida a niños y niñas? ¿Quién cuida a
los enfermos en los hospitales? ¿Quiénes dedican su tiempo a cuidar a los familiares
enfermos en casa? A pesar de que los cuidados deberían ser una responsabilidad del
Estado, parcialmente compartida con las familias, las comunidades y el sector privado, en la
práctica es una tarea que cae, sobre todo, en las mujeres.
Así lo explicó la presidenta del Instituto Nacional de las Mujeres de México, Nadine Gasman
Zylderman, en su charla
“Importancia de los Cuidados en la Salud Pública”
que se llevó a cabo el 18 de mayo como parte del
Seminario de Cuidados para la Vida y el Bien Común
del Centro de Ciencias de la Complejidad (C3).
De acuerdo con la especialista, el “cuidado” es el término que se refiere a “las actividades
que regeneran diaria y generacionalmente el bienestar físico y emocional de las personas” y
que se llevan a cabo para la sostenibilidad de la vida. Engloban tareas cotidianas como la
alimentación, la higiene, el acompañamiento, el afecto y la enseñanza, así como aquellas
que corresponden a cada una de las etapas de la vida (la primera infancia, la vejez), y
algunas más especializadas que requieren un conocimiento previo y que generalmente son
demandadas por personas con alguna discapacidad (falta de autonomía física, motriz,
psicológica, sensorial o todas). En este término también se incluye el autocuidado.
Gasman, quien es médica cirujana por la Universidad La Salle y la Universidad Nacional
Autónoma de México (UNAM), doctora en salud pública por la Universidad Johns Hopkins y
maestra en Salud Pública por la Universidad de Harvard, dijo que los cuidados tienen como
sustento un marco de derechos humanos y, por lo tanto, es una tarea compartida, pero
también es una responsabilidad del Estado y éste debe garantizar su calidad, su
accesibilidad y su suficiencia.
Sin embargo, en la práctica, son los hogares los que suplen una parte muy importante de los cuidados de la salud, pero “cuando decimos que este costo y esta responsabilidad pasa a los hogares en realidad lo que estamos diciendo es que pasa a las mujeres de esas familias, es un eufemismo hablar que las familias cuidan, que los hogares cuidan”, afirmó la especialista.
Según datos de la
Encuesta Nacional del Uso del Tiempo
(ENUT), realizada en el 2019 por
el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), las mujeres de 12 años o más
invierten a la semana, en promedio, 28.8 horas en realizar actividades de cuidados
–cuidados directos y cuidados pasivos– mientras que los hombres del mismo sector,
únicamente dedican 12.9 horas en promedio, es decir, las mujeres dedican el doble de
tiempo a la semana en cuidados en comparación con los hombres.
Esto evidencia una brecha de desigualdad en donde las actividades de cuidado son
realizadas mayoritariamente por mujeres. Según el informe
“Las mujeres y la salud. Los
datos de hoy, la agenda de mañana”,
publicado por la Organización Mundial de la Salud
(OMS) en el 2009, los sistemas de salud dependen enormemente de las mujeres tanto
como cuidadoras principales de la familia, como presentadoras de servicios de asistencia
sanitaria en los sectores formal e informal. “Las mujeres ocupadas en el sector salud,
trabajan una jornada completa y realizan trabajo de hogar no remunerado equivalente a
media jornada laboral adicional”, explica Gasman Zylderman.
La ENUT también reveló que entre las mujeres y los hombres económicamente activos
existe una diferencia sustancial en el tiempo que emplean en el trabajo no remunerado del
hogar y en el cuidado a integrantes del hogar. Mostró que mujeres de 40 años o mayores
destinan en promedio 25.7 horas a la semana a trabajo no remunerado para el propio hogar
y 10.1 horas en promedio al trabajo no remunerado de cuidados a integrantes del hogar, en
tanto que los hombres sólo 11 horas y 5.8 horas respectivamente.
En el mismo sector (económicamente activo), pero menores a 40 años, se observa que las
mujeres destinan más tiempo en tareas del hogar y cuidados a familiares. Ellas hacen uso
de un aproximado de 33.7 horas a trabajo no remunerado para el propio hogar y 13 horas al
trabajo no remunerado de cuidados a integrantes del hogar en comparación con las 13
horas de los hombres en trabajos del propio hogar y las 5.8 horas que ocupan para el
cuidado de miembros del hogar.
Esto implica que hay una mala distribución del cuidado remunerado y no remunerado que
afecta directamente a las mujeres generando una sobrecarga de trabajo que impide el
acceso a la educación forma, al mercado laboral y también el descuido de su propia salud,
limitando a corto y largo plazo, su autonomía económica, su bienestar y el desarrollo de su
potencial.
De acuerdo con los datos de la ENUT, las mujeres dedican 3.8 horas en promedio a
actividades de relajación (rezar, meditar, descansar) y 5.7 horas al cuidado de su propia
salud. En lo que respecta a los hombres, ellos dedican 4.4 horas y 6.2 horas,
respectivamente a cada actividad. De igual modo se observa que las mujeres gozan de
menor tiempo en actividades como participación en juegos y aficiones (4.1 horas), deportes
y ejercicio (4.5 horas).
“Muchas mujeres cuidadoras reconocen que su estado físico se resiente, experimentan cambios en su peso o mayor cansancio o les falta tiempo para hacer deporte e incluso acudir a sus citas médicas. Cuando hablamos de cuidadoras de niñas y niños, de personas con discapacidad el tema del tiempo propio es una necesidad muy importante, ni se diga la posibilidad de estudiar, de trabajar, esto pone a las cuidadoras en una situación de mayor precariedad”, comenta la presidenta de Inmujeres.
No obstante, el informe de la OMS menciona que “no deja de ser paradójico que los
sistemas de salud con frecuencia desatiendan las necesidades de las mujeres a pesar de
que estas contribuyen mucho a mejorar la salud mediante su función como cuidadoras
principales de la familia y también como prestadoras de asistencia sanitaria en los sectores
formal e informal”.
“Tenemos un tema muy importante de mala distribución de los cuidados y por eso es
importante, desde el punto de la política pública, pensar en no sólo en reconocer que esto
es trabajo, sino también redistribuir dentro del hogar, en las comunidades, en las familias;
(necesitamos) tener el apoyo del sector privado y tener políticas públicas en esta área”,
asegura Gasman Zylderman.
Para la especialista, se requiere de una reorganización social y política de la sociedad que
tenga en el centro los cuidados. Es necesaria la participación activa de los estados, la
comunidad, las instituciones públicas y privadas para proveer servicios que permitan
superar las desigualdades socioeconómicas y los nudos estructurales de la desigualdad de
género y así poder aspirar a lo que la experta llama “Sociedad de cuidado”, un mecanismo
para distribuir equitativamente el poder, los recursos, el tiempo y el trabajo entre hombres y
mujeres.
Tener una verdadera sociedad del cuidado, en la que todos asuman su responsabilidad
para cuidar de otros, ”nos va a permitir llegar a un desarrollo basado en igualdad de
sostenibilidad de la vida”, concluye.
Ligas de interés: