“El discurso dominante sobre los derechos humanos debe ser sustituido por un discurso y
una política de cuidados”, aseguró la académica Catherine Rottenberg, profesora en el
Departamento de Medios, Comunicaciones y Estudios Culturales de Goldsmiths, de la
Universidad de Londres, en su participación en el Centro de Ciencias de la Complejidad.
El pasado 20 de septiembre, la académica, especialista en teoría feminista y estudios de
medios feministas con un enfoque en el feminismo neoliberal y la política del cuidado,
participó en el Seminario de Cuidados para la Vida y el Bien Común del C3, con una charla
virtual en la que abordó críticamente la política de derechos humanos.
Para Rottenberg, al mismo tiempo que los derechos humanos se han convertido en la vara
para medir la moral del mundo, varios activistas y organizaciones dedicadas a ellos
experimentan una profunda decepción por la imposibilidad de erradicar estructuras de
represión política y económica, así como el racismo institucionalizado y la inequidad
económica.
“Esta decepción ha sido precipitada por el creciente reconocimiento de que, si bien es
posible mitigar injusticias sociales específicas, las herramientas de los derechos humanos
son extremadamente limitadas para lidiar con estos sistemas y estructuras que crean o
engendran esas injusticias y violaciones”, dijo Rottenberg.
En respuesta, Rottenberg habló del Manifiesto del Cuidado, un documento creado por The Care Collective, que se formó en 2017 como un grupo de lectura con sede en Londres con el fin de abordar las crisis del cuidado. En este colectivo, participa Rottenberg junto con otros colegas como Andreas Chatzidakis, Jamie Hakim, Jo Littler y Lynne Segal.
El Manifiesto, dijo la académica, plantea al cuidado en el centro de los debates de la crisis mundial y lo reconfigura como el principio organizador en todas las dimensiones y en todas las escalas de la vida, desde lo más íntimo y familiar, hasta lo más promiscuo y comunitario. Este manifiesto apunta a que todos dependemos unos de otros, y solo nutriendo estas interdependencias es posible un mundo el que todos podemos vivir y prosperar.
La importancia de la interdependencia
Rottenberg presentó un trabajo titulado “De los derechos humanos a la política del cuidado”, que escribió con su colega de la Universidad Queen Mary of London, Neve Gordon, en el que plantean que los derechos humanos se asumen como un ideal abstracto.
En su artículo, analizaron la respuesta a la pandemia por parte de algunas de las
organizaciones de derechos humanos más importantes, para explorar si la política y el
discurso de los derechos humanos realmente ofrecieron las herramientas necesarias para
subrayar violencias sistémicas o plantear los cambios necesarios para eliminarlas.
Lo que encontraron es que muchas de estas respuestas no sólo promovieron violencias
sistémicas, sino que además “eclipsaron y marginaron los discursos alternativos que se
enfrentan a la violencia estructural y al consenso neoliberal”.
Un ejemplo fueron las personas trabajadoras, desde el personal médico hasta las personas
dedicadas a la limpieza, el transporte, el comercio y, por supuesto, el cuidado de personas
mayores o con discapacidad. “La mayoría de la población en el Reino Unido, y en muchos
otros países, fueron instruidos para quedarse en casa, mientras que los trabajadores
considerados esenciales para el funcionamiento de la sociedad fueron requeridos para
seguir laborando”, explicó.
Esto pone al descubierto numerosas formas en las que nuestras vidas y nuestra propia
supervivencia depende de otras personas e infraestructuras, que suelen ser invisibilizadas
incluso en épocas no pandémicas. Y también es la muestra de que los seres humanos y no
humanos son interdependientes, por lo tanto, para que realmente exista una política de
derechos humanos efectiva, tiene que reconocerse a los individuos como interdependientes
y autónomos.
“Es imposible imaginar cualquier tipo de agencia humana que no sea interdependiente
porque nuestra habilidad de actuar en el mundo depende en un gran conjunto de otros,
tanto humanos como no humanos”, aseguró la académica. Además, incluye infraestructuras
y normas que hacen posible la sobrevivencia y la vida en sociedad.
Para Rottenberg, muchos de los teóricos del cuidado han fallado en no reconocer la
interdependencia y la autonomía como componentes esenciales de la condición humana y,
en consecuencia, una parte inherente de los derechos humanos.
Algunos estudios se enfocan en “care for”, (cuidado a), que incluye la parte física, de cuidar
a alguien o algo, o también el “care about” (la preocupación por) que involucra una inversión
emocional en otros. En contraste, dijo Rottenberg, “nosotros planteamos que el cuidado
debe ser entendido como la posibilidad misma de cultivar cualquier tipo de sociedad en la
que todos los humanos y no-humanos puedan prosperar”.
En ese sentido, de acuerdo con la académica, es necesario extender la mirada crítica sobre
los derechos humanos y plantear la posibilidad de que se movilicen y avancen hacia
proyectos emancipatorios que pongan en el centro a la interdependencia y la autonomía de
los individuos humanos y no humanos. Uno de esos proyectos es la política de cuidados.
“En contraste al enfoque legalista de los derechos humanos que parte de las libertades
individuales primarias y luego aspira a ampliarlas, una política del cuidado proporciona un
profundo sentido de nuestra humanidad incrustada en un mundo ineludiblemente
interdependiente”, aseguró. Lo que la política de cuidados busca es eliminar las
interdependencias de violencia sistémica y sustituirlas por relaciones interdependientes de
“igualdad radical”.
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