Para los especialistas de la UNAM que se dieron cita en el Centro de Ciencias de la
Complejidad (C3) el pasado 19 de septiembre, el fenómeno mediático de la supuesta vida
extraterrestre no es una razón para la burla o la indiferencia, sino una oportunidad para
hablar del pensamiento crítico, la racionalidad y la cultura científica como motores de una
sociedad mejor informada.
José Franco, del Instituto de Astronomía; Gabriela Frías, Programa Universitario de
Derechos Humanos; Antonio Lazcano Facultad de Ciencias y El Colegio Nacional; Corina
Solís, del Instituto de Física; y Alejandro Frank, del Instituto de Ciencias Nucleares, el C3 y
El Colegio Nacional, coincidieron en que la respuesta por parte de la comunidad científica
es necesaria para que la sociedad cuente con información verificada.
“Es triste reunirnos para hablar de las fechorías de un charlatán profesional”, afirmó Frank.
“No estamos aquí por las décadas de ridículas afirmaciones conspiracioncitas de Jaime
Maussan, sino por la invitación que se le hizo a hablar en la Cámara de Diputados que ha
dado de qué hablar y puesto en ridículo y en entredicho la racionalidad y objetividad
científica de nuestro país (…) Lo que está en juego aquí es si nuestro país apostará por la
ciencia o por las supersticiones y la charlatanería”.
“Yo no creo que debamos sentirnos ni abochornados ni incómodos por el hecho de que
haya personajes como el señor Maussan. Al contrario”, afirmó Lazcano. “Creo que el interés
que despierta en las redes, en los correos electrónicos, etcétera, refleja algo que nosotros
deberíamos ver como un terreno fértil para la divulgación científica: la gente quiere saber”.
El profesor de la Facultad de Ciencias también dijo que no se trata de hacer mofa de la
credulidad de la gente, sino de verlo como una oportunidad para que las universidades, los
distintos niveles de gobierno de México y las instituciones culturales vean el desafío que
tienen en frente y asuman la responsabilidad de responder.
Así lo dijo Frank: “Yo quiero hacer un llamado a la prensa, a los legisladores, a la gente (…)
a creer y apostar por la ciencia y los científicos de nuestro país”.
No hay evidencia de vida extraterrestre
Los panelistas aprovecharon el encuentro para responder algunas de las dudas más
recurrentes respecto a la búsqueda de vida extraterrestre. El investigador José Franco hizo
un repaso de todos los esfuerzos que se han hecho para encontrarla a través de un amplio
conjunto de disciplinas, que incluyen a la biología, la química, las matemáticas y la
astrobiología.
Para estudiar las posibilidades de vida, se han usado varios métodos. “Una es la búsqueda
directa en vida en asteroides, cometas, lunas, y planetas (…) Por otro lado hay una
búsqueda indirecta, hay muchísimos planetas que se han descubierto fuera de nuestro
sistema solar y ya se han empezado a estudiar las atmósferas de esos planetas, y se están
buscando moléculas que puedan indicarnos algún rastro de vida. Y, por otro lado, se ha
parado la oreja desde la década de los 80 con radiotelescopios para tratar de encontrar
emisiones en radio que pudieran provenir de alguna civilización extraterrestre”.
Esta búsqueda se ha hecho durante décadas y con las herramientas más sofisticadas con
las que cuenta la humanidad, pero el resultado sigue siendo el mismo: “en ningún lado se
ha encontrado vida”, aseguró Franco.
“Somos la única forma de vida conocida en el Universo”, añadió Lazcano. “Eso no quiere
decir que no haya otras formas de vidas en otras partes del Universo, pero tampoco quiere
decir que haya otras formas de vida en otras partes del Universo”.
“En realidad, la vida en la Tierra no es producto ni de un milagro ni de un acto de creación
espontánea, sino que es resultado de un proceso (…) El problema es que cuando hablamos
de vida en otras partes del Universo confundimos la presencia de un escenario con el hecho
de que haya sido un proceso”.
Esto quiere decir que las muestras de aminoácidos y otras moléculas que se han
encontrado en polvo interplanetario, planetas, cometas o asteroides indican que la materia
prima que fue importante para la vida en la Tierra sí puede estar en otras partes del
Universo, “pero es solo una parte del proceso, no hay garantía de que el proceso de
complete”, explicó Lazcano.
¿Y las momias?
Por su parte, Corina Solís, jefa del Laboratorio Nacional de Espectrometría de Masas con
Aceleradores (LEMA), del Instituto de Física de la UNAM, participó en el evento para aclarar
el rol que jugó este laboratorio en la datación de las momias que se presentaron hace unas
semanas en la Cámara de Diputados y que atrajeron la atención de todo el país, y el
extranjero, como posible prueba de vida no humana que no son parte de la evolución
terrestre.
La clave para entender la datación de estas muestras es el 14C, “una forma de carbono
inestable que se forma en la estratósfera a través de una reacción nuclear (…) que las
plantas absorben en forma de CO2 y que los seres vivos consumimos a través de las
plantas o los animales que consumieron esas plantas”, explicó Solís. Todos los seres vivos
tienen cierta concentración de 14C, pero en cuanto mueren éste decae. Conforme pasa el
tiempo, el organismo que originalmente tenía 14C dejará de tenerlo, así que cuando los
investigadores del LEMA estudian las muestras lo que hacen es contar la cantidad de 14C
que tienen para poder calcular su edad.
Eso fue lo que hicieron en 2017, cuando Jaime Maussan solicitó al LEMA el servicio de
datación de muestras que él mismo refirió como restos de piel y cerebro de una momia
proveniente de Perú. Siguiendo los protocolos de ética, equidad y no discriminación, así
como de deslinde de responsabilidad, el LEMA ofreció el servicio solicitándole firmar un
documento en el que el cliente se hace responsable de la legalidad de las muestras, que no
forman parte de ninguna disputa legal y que cumple con todas las leyes de importación.
Una vez en el laboratorio, el equipo del LEMA extrajo queratina y carbón de las muestras y
las introdujeron en el espectrómetro para poder contar el número de átomos de 14C. Como
resultado, pudieron obtener un intervalo de fechamiento que va desde el 240 hasta 1295
años d.C. “Cualquier información que implique la participación del LEMA en cualquier
actividad distinta a la datación por 14C carece de total validez”, concluyó la investigadora del Instituto de Física.
Para Alejandro Frank, los resultados del LEMA son la evidencia de que no se trata de un
solo organismo, sino de varios. “Ya ahí se nota que es un fraude”, aseguró. La técnica de
datación que se usó en el LEMA permite saber que “hay siglos de diferencia en las distintas
muestras, y es la prueba de que son fósiles diferentes que fueron utilizados para armar
estos organismos”.
La importancia de la racionalidad
Gabriela Frías, divulgadora de la ciencia y académica del Programa Universitario de
Derechos Humanos, afirmó que el asunto de las momias y la desinformación respecto a la
supuesta vida extraterrestre es una oportunidad para mejorar nuestra capacidad de
diferenciar la ciencia de la pseudociencia.
“En el razonamiento científico, las teorías se confrontan con los hechos. Debemos saber
exactamente qué hechos soportan las teorías. La diferencia entre las afirmaciones
científicas y las pseudocientíficas se reduce a que las primeras son aceptables
racionalmente y las segundas en general no”, explicó.
En el caso de las momias, dijo, es necesario ejercer nuestro pensamiento crítico y
preguntarnos asuntos tan básicos como: ¿por qué estos seres no humanos coinciden tanto
con la imagen icónica de cine de ficción E.T.? ¿Por qué los pseudocientíficos no permiten
tocar ni analizar las supuestas momias con protocolos que no sean los creados para su
propio show mediático? ¿Por qué no hay un solo artículo científico publicado en revistas
científicas por parte de Maussan?
Otro problema relacionado con la pseudociencia es que no solo es molesta, también “es
peligrosa en muchas ocasiones”, dijo Frank. En el caso de Maussan, “utiliza su fama para
vender recetas o productos milagro de varios tipos y eso es un peligro”.
Los ponentes coincidieron en que es necesario impulsar la cultura científica en México.
“Cuando pensamos en cultura pensamos en el huapango de Moncayo, en las pinturas de
Frida Kahlo o los poemas de José Emilio Pacheco, pero la cultura también es ciencia”, dijo
Lazcano. Así que “si las instituciones culturales no proveen de la información adecuada que
permita que la gente oriente su curiosidad hacia la ciencia, vamos a seguir padeciendo
estas confusiones”.
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