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Ilustración de Valeria Angeles Alfaro/C3-UNAM

El patriarcado también afecta a los hombres

Mauricio Zabalgoitia, del IISUE, UNAM, invitó a pensar la relación de la heteronormatividad con el ejercicio de la violencia, y cómo pensar en nuevas masculinidades.

   Joaquín Cruz
   15 de julio de 2024

A menudo, el patriarcado y sus efectos negativos suelen estar presentes en los discursos feministas, sin embargo, el sistema patriarcal también afecta a los hombres, dijo el investigador Mauricio Zabalgoitia, responsable del Seminario Permanente sobre Masculinidades y Universidad (SeMasCu) en el Instituto de Investigaciones sobre la Universidad y la Educación (IISUE), de la UNAM.

En el régimen patriarcal, ser hombre tiene un costo muy elevado. “Valores como la competitividad, la demostración de fuerza, la resistencia, la valentía, el heroísmo, implican que los hombres arriesguen sus vidas con tal de cumplir con estas pautas”, apuntó Zabalgoitia en su charla “Masculinidades y el cuidado de sí” que se llevó a cabo en el Centro de Ciencias de la Complejidad como parte del Seminario de Cuidados para la Vida y el Bien Común, del C3, el pasado 21 de mayo del 2024.

Mauricio Zabalgoitia es licenciado en Letras por la Universidad de Guadalajara; realizó una maestría y doctorado en Filología Española por la Universidad Autónoma de Barcelona. Es investigador en el IISUE, en el área de Teoría y pensamiento educativo, y profesor de género en la Facultad de Filosofía y Letras y en los Programas de Posgrado en Pedagogía y de Género de la UNAM.

En su charla en el C3, el académico señaló que el patriarcado propicia una normatividad implícita que hace que muchos hombres no se permitan externar sus emociones o las “mantengan a raya”; que haya una especie de “terrorismo emocional” esto significa el “ejercer control hacia la pareja a través del ocultación de emociones y reacciones”; que descuiden su salud física para no mostrar debilidad; o que desarrollen problemas emocionales y de salud mental porque no cumplen con las expectativas de la masculinidad: “proveeduría, éxito, capacidad, el llegar más lejos, el nunca romperse, una constante capacidad de tener el control y de resistirlo”.

Este constante recordatorio de lo que significa ser hombre está derivando en problemas de salud. Por ejemplo, según datos del Instituto Nacional de Estadistica y Geografía, INEGI, la tasa promedio de suicidio según sexo, reveló que en 2022 la tasa de suicidio en hombres fue de 10.5 por cada 100 mil, en tanto que en mujeres, fue de 2.3 por cada 100 mil, sin embargo, al preguntarle a la gente si en la última semana han sentido depresión, la respuesta afirmativa para los hombres, fue de 8.4 % mientras que para las mujeres, 14.7%.

El investigador también señaló que el sistema patriarcal, y la necesidad de demostrar fuerza y poder como parte de la masculinidad, llevan a estos a exponer su vida de manera frecuente y a tener hábitos no saludables. Por ejemplo, el consumo de alcohol en la población mexicana según la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2018 mostró que el 80% de hombres consumieron alcohol por lo menos una vez; la estandarización de actos poco sanos se relaciona con la información sobre decesos del INEGI, que revela que en el año 2022 el 76.98% de las muertes por accidentes pertenecieron a hombres.

Mauricio Zabalgoitia puntualizó que la masculinidad en el patriarcado se basa en el desprecio a lo femenino. “Desde muy temprano los niños aprenden que el género es asimétrico, que su identidad se conforma a partir de jerarquías y que lo femenino no es lo mejor”. Y esas percepciones se manifiestan en la adultez: “Todo el día recurrimos a recursos de sexismo, homofobia, violencia sexual [práctica y simbólica], chistes, humor y ejemplos, para recordar que no estamos ocupando el lugar desprestigiado de las mujeres”, dijo.

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Mauricio Zabalgoitia en el Seminario de cuidados para la vida y el bien común.
Foto de Joaquín Cruz/C3-UNAM.

Además, el ser hombre en el sistema patriarcal implica un temor a la homosexualidad: “Es la idea de que el mundo se ha construido para relaciones, personas y formas heterosexuales, donde la parte masculina lleva la parte directiva; así, relaciones afectivas, económicas, sexuales, sociales o culturales sólo están hechas para hombres heterosexuales, blancos y en posiciones de poder”. Por eso, hay “que demostrar constantemente que no soy homosexual, y que nunca se ponga en tela de juicio, porque entonces pierdo valor”.

   La masculinidad hegemónica, fruto de desigualdades

Retomando estudios como los de la socióloga australiana Raewyn Connell quién desarrolló el concepto de “masculinidad hegemónica”, Zabalgoitia aseveró que la raíz de la violencia de género es una cuestión que generalmente no es advertida por parte de muchos hombres y sin embargo define mucho de sus experiencias, en sus cuerpos, su forma de hablar y expresarse, sus prioridades.

La masculinidad hegemónica “te dice quién eres, te orienta y significa; te da sentido de tí mismo, pero su causa última es legitimar al patriarcado” (...) es un “régimen que sostiene desigualdades económicas, sociales, culturales, históricas y simbólicas donde se presupone que las mujeres son deficientes frente a los hombres”, criticó Zabalgoitia.

Un gran número de convenciones diarias, e incluso históricas, son el soporte de “circuitos de violencia sexista y sexual”. Por ejemplo, “un chiste conecta con algún rol o estereotipo que tenemos fijado en la cultura, y esto conecta con la misoginia, la cultura mexicana que disfrazamos de bienes tradicionales, roles que definen a la feminidad y a la masculinidad, la ‘fuerza’ del hombre, la ‘calidez’ de la mujer”.

Se trata, dijo, de una normalización y banalización de las múltiples violencias que viven las mujeres porque “parecen inocuas o poco importantes. Entonces, las miradas incómodas y los roces sexualizados se dejan pasar, sin embargo, estas situaciones pueden escalar a hechos como los feminicidios”, señaló Zabalgoitia.

   Hacia nuevas masculinidades

“¿Qué tanto nos conviene sustentar la masculinidad en una sóla vía cuando una gran cantidad de gente no cabe en estas definiciones?”, cuestionó el investigador en el C3. Hoy, más que nunca la sociedad, y específicamente las universidades, deben crear espacios en los que nuevas masculinidades sean posibles.

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Mauricio Zabalgoitia.
Foto de María Fernanda Aguilar/C3-UNAM.

Zabalgoitia se ha dedicado los últimos cuatro años a observar el fenómeno de la violencia de género dentro de la UNAM, particularmente en la Facultad de Filosofía y Letras, donde, a partir de 2016 hubo una gran movilización estudiantil y se han gestados grupos y proyectos feministas como la Asamblea Feminista Separatista de Filosofía y Letras o Mujeres Organizadas de la Facultad de Filosofía y Letras en respuesta a la violencia de género que viven dentro de las aulas.

“Hace unos años se decía que la violencia de género sólo ocurría en las relaciones de noviazgo, que no ocurre en las clases, que no puede ocurrir en los laboratorios”, pero en los últimos años “se ha cimbrado el mundo haciéndonos ver que no es así (...) De 2016 a 2019 la UNAM recibió 1000 quejas por violencia de género, de las cuales sólo 366 agresores fueron sancionados y con pequeñas restricciones”.

Hoy día el impacto de la cuarta ola de feminismo ha politizado muchos ámbitos y aspectos que antes se tenían ocultos. Ahora, muchos hombres empiezan a reflexionar y autocuestionarse sobre si alguna vez han incurrido en actos de violencia, otros se preocupan por aparecer en algún “tendedero” [medio público de denuncia] e incluso algunos insisten en hacer comentarios como “no todos somos violadores”..

Pero Zabalgoitia dice que todo esto tiene más que ver con el miedo a ser juzgado o señalado públicamente que hacer una reflexión profunda sobre lo que significa ser hombre. Por eso cree que es momento de empezar a hacer reflexiones desde lo masculino. En la UNAM, por ejemplo, ya han aparecido asignaturas con perspectiva crítica de género, y con énfasis en mirar críticamente las masculinidades, como “Género, Violencia y Ética Comunitaria”, misma que es obligatoria a partir de 2021 en la Facultad de Filosofía y Letras, para todas las y los estudiantes de cualquier carrera.

Zabalgoitia invita a pensar en nuevas y mejores formas de relacionarnos desde lo masculino con las demás personas, de paternar sin reprimir y rediseñar nuestra relación con nosotros mismos. El comprender que la masculinidad hegemónica existe, y define mucho del comportamiento de los hombres, “no se centra en definir a un rol único, sino que apunta a la posibilidad de que existan múltiples formas de vivir la masculinidad”.

El experto en masculinidades concluyó su participación rescatando que “mientras más hombres nos pongamos a hablar sobre estos temas y nos reunamos y conformemos espacios, interactuemos con otros grupos, ya sea desde la masculinidad en singular o desde las masculinidades en plural, es un avance y el comienzo de la deconstrucción de nuestras relaciones y de la ruptura de los circuitos de violencia”.

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