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Sinestesia musical

   Jessica Gamiño González*
   21 mayo de 2018

Algunos aseguran que la vida no es color de rosa; pero la música sí puede serlo. Rosa, azul, amarillo… Del color que quieras que suene. Al menos así es para Germán Bringas, músico experimental que tiene la capacidad de la sinestesia, o sea que puede percibir y asociar un estímulo a dos sentidos del cuerpo humano; en su caso, ve colores al escuchar sonidos.

Dejó la Escuela Nacional de Música tras darse cuenta de que tenían “técnicas muy cuadradas, y no sabían qué hacer con la sinestesia”. Bringas asegura que empezó a improvisar incluso antes de ponerle nombre a lo que hacía. En entrevista, relató cómo desde los siete años pudo experimentar con las teclas del piano para que el sonido de un azul cielo pudiera ser un azul metálico: “Yo aprendí a tocar así, por el color, experimentando lograr nuevos tonos”.

Gracias a esta característica, Bringas pudo generar una armonía con Las Antenas portátiles que transforman al mundo desde la complejidad (instalación artística de Antonio Gritón en el C3), pues, afirmó en entrevista: “los colores que vi (en la Antena) me ayudaron a tocar en función a las antenas, mucho más calmado a como acostumbro hacerlo”.

Su técnica no sólo implica la percepción de colores al escuchar los sonidos, sino que también ha experimentado con diferentes ritmos de respiración y de tensión en el cuerpo para que eso pueda expresarse en los tonos de los instrumentos que toca.

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Bringas no sólo crea explosiones de color con su música, sino que es capaz de construirla a través de las particularidades que tienen los instrumentos con que toca. La sinestesia le ha dado sensibilidad crear de tank drums (instrumentos de percusión creados por un tanque metálico que se conforma de lengüetas e imanes para generar las escalas musicales) personalizados. Su conocimiento le permite saber en qué escala está cada músico para que el instrumento esté en armonía con la música que toca.

La afinación que logra con estos tank drums “es única en el mundo, pues tiene un lado cromático y otro modificado con imanes para obtener tres escalas diferentes”. Lo anterior permite que el instrumento cuente con 24 teclas, y le dé más posibilidades al músico de experimentar su propio estilo.

Además es productor y fundador de Jazzorca Café, que surge a partir de la necesidad de producir sus propios materiales musicales a falta de interés en su música por parte de las casas productoras. Así, otros artistas buscaron el apoyo de Bringas para que también les produjera, y se volvió un foro. Actualmente en Jazzorca se reúnen músicos de free jazz para que el público disfrute su música acompañado de un trago de cerveza o un té casero.

La relación de la música de Bringas con la complejidad va más allá de su íntima relación con los colores, pues las técnicas que emplea para improvisar crean piezas musicales que transportan al público a esos paisajes colores que él puede mirar al tocar.

*Becaria del Programa UNAM-DGAPA-PAPIME PE308217

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