La Inteligencia Artificial (IA) y el desarrollo de nuevas tecnologías ya forman parte de muchas dinámicas humanas. El desafío está en orientar estas herramientas para tener sociedades más conscientes de su entorno ante las problemáticas sociales y ambientales.
Con este panorama, Ezequiel Gatto, doctor en ciencias sociales por la Universidad de Buenos Aires, Argentina, analizó la relación del futuro con las nuevas tecnologías en el seminario Cuidados para la Vida y el Bien Común del Centro de Ciencias de la Complejidad (C3) de la UNAM.
“Hoy vivimos en una coyuntura que podría definirse como cambio civilizacional”, cuya implicación deriva en un futuro incierto. “Se expresa una idea de destino con el colapso ecológico. En otro, se expresa una profunda incertidumbre y una imposibilidad de hacerse una idea de lo que vendrá”, comentó.
Gatto también es investigador asistente del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) y forma parte del Laboratorio de Investigación en Ciencias Humanas (LICH), ambos en Argentina. Una de sus líneas de investigación es el análisis del futuro desde fenómenos relevantes en el presente como la biotecnología o el capitalismo financiero digital que se relaciona con la IA.
Mediante un análisis del trabajo de Mateo Pasquinelli, filósofo italiano que estudia la intersección de las ciencias cognitivas y la inteligencia de las máquinas, Gatto concluyó que se necesita “pensar la inteligencia artificial como un producto obrero de trabajo y no como algo centralizado”.
Esto quiere decir que hay dejar de pensar a la IA como algo que solo podría surgir y utilizarse en ciertos lugares como Silicon Valley o en China, sino como una herramienta que “requiere una inmensa colaboración y cooperación social y una complejísima división del trabajo”.
Los cuidados no serían la excepción para el uso de herramientas de IA ya que empiezan a adecuarse en las dinámicas de cuidado, por ejemplo, en los hospitales: desde robots de asistencia, hasta análisis predictivo y sistemas de soporte de decisiones clínicas, entre otras.
Sin embargo, la IA y las nuevas dinámicas que implica no tienen una respuesta clara en el futuro. No es en el sentido de no saber lo que va a pasar con ellas, sino en cómo definimos lo que significa futuro. Preguntarse sobre el futuro impacta en diferentes ámbitos (médico, político, incluso cultural) debido a las estrategias y decisiones que podamos tomar.
Un pensamiento estratégico: la clave para entender el futuro
El investigador expuso en un artículo publicado en 2022 por la revista Mediações , la relación del futuro con las nuevas tecnologías. Gatto indica que lo esencial es tener un pensamiento estratégico basado en tres elementos para entender el futuro: imaginación, diseño, e improvisación.
La primera tiene que ver con el poder de que “las propias máquinas como tales sean grandes productoras de orientaciones a futuro”, señaló el investigador. Desde su papel de ayuda, las tecnologías de IA contribuyen a la orientación para realizar productos creativos con ayuda de la imaginación.
Bajo esta perspectiva, el análisis del académico apuntó tres visiones de ver el futuro en relación con la tecnología: una visión del futuro que considera como un “riesgo a que las tecnologías agoten las posibilidades de devenir humano” (tecnofóbico); otra contraria que apuesta por la tecnología (tecnofílica) y la tercera asume que la historia no tiene fin y no se llega a una verdad absoluta (tecnopragmática). Esto sugiere que la tecnología crea conocimientos prácticos y útiles teniendo en cuenta sus ventajas como sus limitaciones o riesgos.
El segundo elemento tiene que ver con el diseño que es “una práctica de proyección, de anticipación y de especulación”, afirmó Gatto. Partiendo de la idea sobre el diseño de Arturo Escobar, antropólogo de la Universidad de Berkeley, Estados Unidos, el investigador del CONICET dijo que se debe moldear un “diseño capaz de encontrarse con posibilidades que no necesariamente genera, sino que las encuentra”.
Gatto explica que no existe un final o una figura última para abordar el diseño porque debería estar en constante avance. Como ejemplo, en su artículo Del Futuro y lo Estratégico. Una Exploración de la Imaginación Maquínica, el Diseño y la Improvisación”, hace referencia a las nanotecnologías que convierten a los objetos en emisores de información y pueden enviarse datos recíprocamente; es decir, “modifican sus estados, patrones o ritmos, y de ese modo, alteran los entornos en que vivimos”.
La improvisación es el tercer y último elemento para un pensamiento estratégico sobre el futuro. Gatto consideró que es una práctica que no tiene una imagen a priori sobre cuáles serán los resultados. “Me parece que la improvisación pone un desafío del cómo habitar el devenir [...]. No tenemos una imagen de destino, una imagen de futuro a la cual hay que llegar”, añadió.
En su artículo publicado en 2021 por la revista Psicoanálisis en la universidad, Gatto propone que “la improvisación puede ser una disposición (una estrategia) capaz de lidiar productivamente (no paralizarse, no esperar) con la incertidumbre”.
Dicha estrategia no trata de alcanzar un objetivo sino lograr resultados de manera paulatina. “No se trata de tener una imagen de a dónde llegar, sino tener un principio operativo que me permita moverme, que me permita tomar decisiones”, puntualizó el especialista.
Uno de los ejemplos que retoma es la pandemia de COVID-19. “La pandemia ha promovido nuevas formas de proyectar nuevos objetos de temor nuevas estrategias para sobrevivir nuevos elementos”, aseguró. Esto sucedió con el caso de la “nueva normalidad”, donde se implementaron nuevas medidas sanitarias y la utilización cada vez más frecuente de la tecnología para comprar o tomar clases en línea.
Proyectar nuevos vínculos
Para cada uno de esos escenarios, la IA puede ser útil para concebir un sistema de cuidados, todo bajo el pensamiento estratégico sobre el futuro. Pero sin poner en juego la ética.
En 2021, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) presentó una serie de recomendaciones sobre los usos éticos de la IA. Todo bajo la premisa de que sea una herramienta en beneficio de la humanidad. Entre ellos destacan la alfabetización mediática para reducir la desinformación, los discursos de odio, así como los daños causados por el uso indebido de los datos personales.
Dentro de estas medidas, se dibuja un camino hacia el futuro de los cuidados que considera los desafíos y los contextos urgentes que éstos representan, sea desde el cuidado de datos personales, el cuidado que hace el personal médico o el cuidado medioambiental.
Al igual que el futuro y los panoramas poco favorables que puede representar, la IA y sus múltiples aplicaciones se enfrentan a esa incertidumbre por ser un campo todavía incierto y en desarrollo, por lo que es necesario aprender a armar estrategias donde las sociedades orienten a construir vínculos con el futuro, que sean éticos, justos e inclusivos.
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