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Pensar en lo colectivo para un nuevo cuidado del agua

Hay que cambiar la narrativa sobre el uso del agua por una que promueva su cuidado colectivo, dijo Fermín Reygadas.

   Miguel Ramírez Fuentes
   13 de marzo de 2025

En mayo de 2024, el país experimentó una de las sequías más devastadoras; afectó al 76% de territorio mexicano, con impactos puntuales en 2,105 municipios, según los datos del Monitoreo de Sequía de México de la Comisión Nacional del Agua (CONAGUA). Pese a que las lluvias han ido mejorando la situación en los últimos meses, aún existe un problema: la gestión.

Para Fermín Reygadas Robles Gil, físico egresado de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y doctor egresado del Grupo de Energía y Recursos de la Universidad de California, Berkeley, en Estados Unidos, la mejor forma de contrarrestar los efectos de la sequía y escasez de agua y sus efectos negativos en las poblaciones más vulnerables, es a través de una organización colectiva y una administración pública eficaz.

Reygadas mencionó el caso de la Coordinadora de Pueblos Unidos para el Cuidado y la Defensa del Agua (COPUDA), una organización de pueblos originarios zapotecas de los Valles Centrales de Oaxaca. Estas comunidades lograron un acuerdo con el gobierno federal para que la concesión del agua fuera de tipo colectivo y que no recayera en una sola persona.

“Esta concesión colectiva que es una luz muy clara de lo que se podría incorporar como una política pública para estimular también en otros territorios de entrada indígenas y también no indígenas”, comentó.

Reygadas, quien participó en el seminario de Cuidados para la Vida y el Bien Común del Centro de Ciencias de la Complejidad (C3) de la UNAM, explicó que la gestión del agua en México se enfoca en la ingeniería hidráulica; es decir, se ve en primera instancia las obras como las presas y los canales de abastecimiento antes que el impacto que pueda tener sobre los ecosistemas. “Es una herramienta que es muy útil pero que no debería, de manera desproporcionada, determinar el cómo gestionamos y administramos el agua”, aseguró.

A grandes rasgos, este enfoque privilegia la técnica y el mercado, pero excluye la gestión social. Reygadas es también cofundador de la asociación civil “Cántaro Azul”, la cual tiene sede en San Cristóbal de Las Casas, Chiapas. Con ella se busca asegurar que las comunidades rurales tengan derecho a agua potable a través de prácticas sostenibles, participativas y de organización comunitaria. Luego de 18 años desde su fundación, la asociación ha apoyado a más de 600,000 personas en comunidades y escuelas rurales principalmente en el sureste del país.

Las consecuencias de la crisis hídrica recaen sobre todo en comunidades rurales. “En muchas de las comunidades, la gente no cuenta con infraestructura para abastecerse de agua. La gran mayoría de las veces son mujeres las que acarrean el agua de una fuente [y recorren] un par de kilómetros de distancia. [Esto] tiene un impacto muy negativo hacia ellas”, comentó.

De acuerdo con el artículo 4to de la Constitución, las y los mexicanos tienen “derecho al acceso, disposición y saneamiento de agua para consumo personal y doméstico en forma suficiente, salubre, aceptable y asequible”. Sin embargo, la realidad de algunas comunidades todavía presenta escasez para abastecerse de agua potable.

   La privatización del agua: antítesis del cuidado

La forma de administración del agua en las últimas tres décadas en nuestro país ha sido por medio de la privatización. Haciendo un recuento histórico de los gobiernos mexicanos, Reygadas explicó cómo los actores privados han provocado un obstáculo para acceder a este recurso bajo la premisa de regulación y distribución de recursos mediante el libre mercado.

“Detrás de esos argumentos que buscaban posicionar al modelo neoliberal, estaba el poder generar narrativas y crear instituciones y políticas públicas que permitieran el extractivismo, el despojo de recursos, la acumulación de la riqueza y el desmantelamiento de lo público”, añadió. La consecuencia de ello fue “profundizar mucho más la desigualdad y las problemáticas que vivimos en relación con el agua en nuestro país”.

El físico egresado de la UNAM expresó que este despojo y acumulación por parte del mercado no beneficia a la población. La gente paga más dinero por el recurso y además vive las consecuencias de la contaminación y alteración de ecosistemas con su salud y bienestar. De acuerdo con Reygadas, “la debilidad institucional ha contribuido de manera muy directa a la destrucción del bien común [los recursos hídricos] y se convierte en la antítesis del cuidado”.

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Reygadas explicó que el cuidado del agua debe estar en un nivel colectivo.

La desigualdad también se ve reflejada en la sobreexplotación por ineficiencias y falta de planeación en la agricultura que ha hecho que las ciudades tengan que utilizar el agua fósil, que ha estado en contacto por miles o millones de años con el subsuelo. “Entonces, ahora tiene altas concentraciones de arsénico y fluoruro hace que la población esté consumiendo agua y afecte a su salud”, complementó el investigador.

Esta contaminación ya ha sido documentada por algunos investigadores en México. Por ejemplo, la profesora en geología por la Universidad de Missouri, Mélida Gutiérrez, y la ingeniera ambiental y botánica del Centro de Investigaciones de Materiales Avanzados (CIMAV), María Teresa Alarcón-Herrera, publicaron en 2021 un programa ;

“La ingesta crónica de agua que contiene [fluoruro] causa coloración entre amarilla y café en los dientes, y en concentraciones mayores un aumento en fracturas óseas, deformación de los huesos, problemas neurológicos, problemas dermatológicos y reproductivos”, dicen las autoras.

Sea por el impacto en la salud o en el medio ambiente, el derecho al agua se enfrenta a un problema estructural: las instituciones no garantizan un acceso suficiente a las poblaciones. “Cuando estamos hablando de un problema estructural es porque las fallas institucionales no son en un porcentaje pequeño o del territorio, sino que se han generalizado”, señaló Reygadas.

   Educar y participar colectivamente

Parte de la solución que presentó Reygadas está en gestionar el uso del agua a nivel colectivo desde una visión de derechos humanos. Una de las alternativas que han implementado en “Cántaro Azul” es el programa Gestión comunitaria, en el que las comunidades aprenden a fomentar un consumo sostenible del agua y a fortalecer las capacidades administrativas de sus organizaciones comunitarias.

El informe realizado en 2023 por Cántaro Azul ¿Qué es la gestión comunitaria del agua y el saneamiento? apuntó a que esta gestión “se construye a partir de valores propios del sentir comunitario a través de distintas formas de organización que responden a ejercicios democráticos de autogobierno, las cuales se encargan de administrar, operar y mantener los sistemas de agua y saneamiento de manera planificada, transparente y respetuosa de la madre tierra”.

Además de la gestión, se debe construir un nuevo concepto de cuidado del agua. “Es también es necesario ir cambiando las narrativas en torno al agua y dejar atrás frases como: ‘participar [en el cuidado del agua] es cerrándole la llave mientras te lavas los dientes’ O sea eso sí lo tenemos que hacer, pero no nos podemos quedar nada más en eso”, señaló.

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Al estar en todos los aspectos de nuestra vida, el agua es un bien común que se debe cuidar.

“Agua para las escuelas” es otro de los programas de la asociación que busca adaptar y crear espacios que impulsen la participación de la comunidad (familiares, profesorado y alumnado) para promover una higiene positiva, disponibilidad de agua potable y saneamiento en las escuelas bajo una nueva premisa: cuidar el agua va más allá de tenerla.

Con estas iniciativas, Reygadas busca innovar la cultura del cuidado del agua como una pieza clave para el desarrollo de una vida plena y saludable. “Creo que tener este enfoque y énfasis de cuidados y de bien común nos lleva a transformar la manera en cómo nos relacionamos, cómo nos articulamos y cómo podemos en conjunto crear estrategias muy diversas”, concluyó.

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