Cuando se habla de salud, o la falta de ella, normalmente pensamos en pacientes, hospitales o personal médico. Sin embargo, la salud se enfoca en niveles planetarios, es decir, involucra al planeta y todos aquellos que habitamos en él, por lo que engloba tanto la presencia de árboles como el acceso a alimentos libres de contaminantes.
La salud planetaria fue el concepto al que Astrid Schilmann, investigadora en ciencias médicas en el Centro de Investigación en Salud Poblacional (CISP) del Instituto Nacional de Salud Pública (INSP), en Cuernavaca, enfocó su charla como parte del seminario Cuidados para la Vida y el Bien Común del Centro de Ciencias de la Complejidad (C3) de la UNAM.
A diferencia de la salud pública o global que solo se enfoca en las poblaciones humanas, la salud planetaria engloba al planeta mismo: poblaciones humanas, animales, plantas, corales y todo ser vivo que coexiste con nosotros.
“Es el logro del más alto nivel posible de salud bienestar y equidad en todo el mundo a través de la atención tanto de los sistemas humanos pero también considerando de forma muy importante los sistemas naturales”, explicó Schilmann a partir de un informe publicado por la Fundación Rockefeller en la revista The Lancet en 2015.
La también maestra en ciencias en salud ambiental y doctora en ciencias en salud pública en epidemiología por la Escuela de Salud Pública de México (ESPM) consideró que la salud planetaria “es un campo transdisciplinario orientado a soluciones donde estemos analizando y también abordando esos impactos que la irrupción humana tiene en todos estos sistemas naturales”.
Estos impactos derivan en la sobreexplotación de recursos así como anteponen el crecimiento económico y el consumo desmedido, lo cual llena de incertidumbre el futuro. “Nos ha llevado a ciertos logros de la civilización pero también nos ha llevado a una situación de importantes riesgos a la salud”, comentó Schilmann.
El planeta está enfermo
Como se sabe, los recursos del planeta son limitados. Esto conlleva a medir ciertas limitaciones en cuanto a los recursos que la Tierra nos puede ofrecer y la resiliencia que tienen sus ecosistemas al impacto de actividades humanas. A esto se le conoce como los límites planetarios.
En 2009, Johan Rockström, de Suecia, y Will Steffen, de Australia, ambos investigadores del Centro de Resiliencia de Estocolmo, definieron nueve límites planetarios: el cambio climático; la pérdida de biodiversidad; el cambio en el uso del suelo; el consumo de agua dulce; los ciclos biogeoquímicos (intercambio de nutrientes con el ambiente); la contaminación química por entidades nuevas (plásticos, por ejemplo); la acidificación de los océanos; la disminución de la capa de ozono; y la carga de aerosol atmosférico (quema de combustibles fósiles).
El año pasado, Katherine Richardson, investigadora y profesora de oceanografía biológica en el Centro de Ciencias Sustentables de la Universidad de Copenhague, en Dinamarca, y otros 28 colaboradores, advirtieron en un artículo que seis de los nueve límites establecidos ya han sido superados.
Para Schilmann, en el caso de México el superar estos límites tiene consecuencias para la salud planetaria y uno de los más significativos es la pérdida de biodiversidad.
Según datos de la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (CONABIO) nueve de los 32 estados de la República tienen un capital natural en riesgo. “Se han perdido un montón de especies. ¿Qué riesgos nos presenta esto? Pues que cada vez es más frecuente que se puedan estar saltando los virus a las diferentes poblaciones”, añadió. Esto provoca la alteración de “todo este equilibrio y tenemos más enfermedades infecciosas además de aquellas que van surgiendo”.
En julio de 2024, Schilmann publicó un artículo en el que ella y sus coautores resaltan que la salud está ligada a las repercusiones negativas en el medio ambiente desde el ruido y la calidad del agua hasta la presencia de químicos en el aire y el aumento de temperatura.
Según el análisis histórico de la enfermedad asociada a factores ambientales en México entre 1990 y 2021, el grupo de investigadores detalló lo siguiente: “En cuanto a las causas de enfermedades atribuibles a factores ambientales, sobresalen aquellas no transmisibles, como las enfermedades cardio y cerebrovasculares, crónicas respiratorias y renales, y cáncer”..
“Este deterioro en la salud en México se puede explicar en el sentido de que los diferentes factores de la crisis ambiental interactúan entre sí aunado a que sus efectos son magnificados por acción de los determinantes sociales”, añadieron.
Cuidar al planeta desde la ciencia
Parte de las soluciones y recomendaciones para el cuidado del planeta ya las conocemos: reciclaje, ahorro de energía, un consumo responsable, entre otras. Sin embargo, Schilmann, junto con su equipo de trabajo, destacó la importancia de la transdisciplina para implementar estas soluciones desde la gobernanza.
Una de sus propuestas es la creación del Plan Nacional de Salud Ambiental que abordaría temas como la actualización del diagnóstico regional en cuanto a enfermedades, la implementación de una política pública para el manejo adecuado de sustancias químicas, el desarrollo de propuestas alternativas para un sistema alimentario y una dieta amigable con el planeta, entre otras.
“Sería muy útil considerar desde el gobierno temas como la salud planetaria y estos escenarios sindémicos (de dos o más epidemias) para poder incrementar esta capacidad de trabajo intersectorial tanto a través de investigación como de la formación académica”, agregó.
La investigadora en ciencias médicas destacó además que es necesaria la creación de redes entre los diferentes grupos de la comunidad científica “reconociendo como estos riesgos no vienen solitos, sino juntos”. Todo esto planea trabajarse bajo los principios de derechos de la naturaleza y humanos de acuerdo con el contexto local de las comunidades y ecosistemas afectados.
Frente a un contexto desalentador con las consecuencias de la crisis climática en el ambiente, el cuidado del planeta va más allá de plantar árboles. Involucra cuestionar la relación entre nosotros como seres humanos con las demás especies y nuestro entorno. Y todo nos lleva a una conclusión: si el planeta está sano, nosotros también lo estaremos.
Ligas de interés: