Arte para resolver problemáticas urbanas

   Felipe Jiménez Rodríguez y Esteban Aceves Fonseca

   30 de agosto de 2018

¿Cómo este tipo de estrategias creativas pueden utilizarse como herramientas para la activación espacial, la construcción de comunidad y el cambio social? Esa es la pregunta que Paulina Cornejo, historiadora del arte por la Universidad de Barcelona y directora del programa en Diseño Social en el Centro de Diseño, Cine y Televisión (CENTRO), busca resolver.

El pasado 23 de agosto, Cornejo presentó una retrospectiva de su trabajo en torno a cómo el arte puede tener un impacto positivo en la sociedad durante el seminario Grado Cero organizado por el proyecto Arte, Ciencia y Tecnologías en el Centro de Ciencias de la Complejidad de la UNAM.

Cornejo inició desempeñándose como curadora de arte contemporáneo, sin embargo, sus inquietudes en torno al arte y determinar si éste es capaz de aportar soluciones a los problemas de la sociedad la llevó a explorar los alcances del pensamiento creativo en pos de recuperar el tejido social.

   Basura y el arte

La basura en la Ciudad de México es un tema coyuntural. De acuerdo con el Inventario de Residuos Sólidos CDMX, sus habitantes y población flotante generan casi 13,000 toneladas de residuos sólidos cada día. Esto, aunado al cierre del relleno sanitario Bordo Poniente, hace necesario mirar críticamente los hábitos de consumo y la manera de generar y disponer de los residuos.

Cornejo, junto con Gonzalo Ortega Ugarte (director del MUCA-ROMA de 2007 a 2011), lanzaron esa mirada con Residual, una iniciativa con 8 intervenciones de 4 artistas mexicanos y 4 alemanes realizada en colaboración entre el Museo Universitario de Ciencias y Artes en la colonia Roma (MUCA-ROMA) y el Goethe-Institut Mexiko. Con Residual, los curadores buscaron abordar el tema de la basura desde una dimensión artística para producir un cambio en los habitantes de la Ciudad de México al hacer visible la problemática en torno a tan complejo tema.

Una de las intervenciones se instaló en la explanada del Museo Universitario de Arte Contemporáneo (MUAC), en Ciudad Universitaria, refirió Cornejo durante su seminario. Se montó un biodigestor conectado a una lámpara que se iluminaba con la energía del metano producto de residuos orgánicos en descomposición procedentes de las cafeterías universitarias. “Daba luz a los problemas que rodean a la basura”, recordó la también maestra en estudios de diseño.

Mientras tanto, en Tlatelolco, se inició un proyecto que vinculaba a los vecinos y los hacía apropiarse de espacios comunes en abandono. Se trató de un compostero que surgió de una intervención artística y que posteriormente pasó a ser gestionado por los propios vecinos.

Esta experiencia generó muchas reflexiones en Cornejo, pues en el caso de Residual el proyecto tuvo gran impacto al propiciar la sinergia y colaboración entre institutos; por su parte, en Tlatelolco, la colaboración trascendió al proyecto original al continuar funcionando después de que la intervención concluyó. Para Cornejo, “las formas en cómo se relacionan los actores en una obra artística que pretenda tener un impacto influye mucho en sus alcances y resultados. No es lo mismo que se imponga una obra que preguntar a una comunidad las necesidades de la misma”.

   Alternativa al asistencialismo estatal

En 2012, Cornejo junto con el Centro Nacional de Prevención del Delito y Participación Ciudadana publicó 100 tácticas creativas para la seguridad ciudadana, una iniciativa “que ve en el arte, el diseño y otras prácticas creativas herramientas poderosas para transformar conductas y actitudes sociales”. En el texto se compilan experiencias de proyectos de impacto social que, a diferencia de los programas asistencialistas, no fueron ideados por el gobierno, sino por quienes padecían las problemáticas directamente y en colaboración horizontal por los participantes.

Con esta iniciativa se buscó ofrecer una alternativa a los programas de asistencia social del gobierno, que implementa programas generales para todo el territorio mexicano sin mirar la especificidad de las comunidades y sus necesidades individuales. Más aún, de acuerdo a la Auditoría Superior de la Federación, los programas asistenciales no cuentan con indicadores que permitan evaluar su impacto y utilidad.

Para Cornejo, con estas experiencias se logra encontrar una solución en la que los procesos creativos resuelven problemas de comunidades muy específicas con resultados tangibles, además de que estas soluciones son aportadas por las propias comunidades, que logran auto-organizarse para resolver problemáticas que les afectan. De esta manera es posible trascender los límites entre el arte y los problemas sociales.

En 2017, siguiendo con la idea de dar alternativas al asistencialismo, se conformó el proyecto Archipiélago de Prácticas Sociales, también en colaboración con el MUCA-ROMA. Esta nueva iniciativa busca acercar a organizaciones con proyectos sociales para que puedan dialogar sobre sus experiencias y fracasos. “Ser conscientes que todos pueden aportar para cambiar nuestras comunidades”, dijo Cornejo.

El trabajo colaborativo, explicó la académica, no debe buscar el beneficio individual ni privilegiar la autoría e intereses individuales. Por el contrario, se debe entender que se trata de un proceso abierto, cambiante, que puede diferir de los primeros trazos y en los cuales, sobre todo, no puede haber unidireccionaldad.

En el catálogo de Residual/Intervenciones artísticas en la ciudad Cornejo destaca que este tipo de iniciativas son complejas pues buscan “facilitar el camino y compartir la creencia de que la solución al problema […] no radica únicamente en la imposición de una norma sino en la sensibilización de la sociedad”.

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