Ban-nota94

Una unidad de cuerdas

   Ángel Garduño-Sánchez*
   01 de marzo de 2019

Sentados en un círculo perfecto sobre las piedras volcánicas y rodeados por la flora endémica el cuarteto de cuerdas Köchel comenzó su recital dentro del ciclo Jueves de Música en el Centro de Ciencias de la Complejidad (C3) de la UNAM tocando una pieza de Mozart, el cuarteto no. 14 K. 387 en sol mayor. “Fue la primera obra que montamos como cuarteto y con la que nos integramos”, dijo en entrevista el violista Samuel Morgan Pérez.

Sobre el ciclo de conciertos, Manolo Cocho, coordinador del programa Arte, ciencia y complejidad explicó: “las artes son una

not61

forma importante de generar conocimiento. Es una manera de tratar de crear una interacción entre las personas de diferentes áreas en un punto común que, en este caso, es el C3”.

   Cuarteto K

El nombre del cuarteto hace referencia a Ludwig von Köchel, creador del catálogo Köchel en el que se organiza cronológicamente las obras musicales de Wolfgang Amadeus Mozart.

“¿Se lee como se escribe? ¿Cómo se pronuncia?”, nos preguntó, a modo de reto, la violonchelista Aura Álvarez Franco al referirse al nombre del grupo. “Independientemente del significado del nombre es importante ese juego [de sonidos] que define un poco la personalidad del cuarteto, esa disfonía”, comentó con una gran sonrisa.

El cuarteto se creó a partir de una necesidad académica “para una materia que tenemos que cursar en la carrera”, explicó Rafael Díez Martínez, violín I. Sin embargo, la química surgió entre los integrantes y decidieron continuar con el cuarteto.

Si bien todos los integrantes del cuarteto estudian actualmente la licenciatura en la Facultad de Música cada uno tuvo un acercamiento diferente a su arte. Uziel Caleb Bautista, violín II, comenzó sus estudios musicales en la escuela de iniciación #3 del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) por dos años. “Fue hasta que cumplí 20 años que decidí retomar el estudio del violín”, dijo. Reanudó sus estudios en la Escuela de Bellas Artes de Texcoco para después entrar al propedéutico de la Facultad de Música.

El primer instrumento del violista Samuel Morgan Pérez fue una guitarra que le regaló su padre y “luego por azares del destino un amigo me regalo un violín”. Fue gracias a esto que decidió inscribirse en la escuela de iniciación #3 del INBA y pasado el primer año cambió el violín por la viola. A la par de sus estudios en el INBA Morgan entró a la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, primero a estudiar filosofía y luego cambió a historia, “pero como que no hubo mucha onda […] fue que decidí hacer el examen a la Facultad de Música”, explicó.

“Yo comencé con la música desde chiquitito, me ponían mucha música clásica”, comentó Rafael Díez Martínez, violín I, “jugaba a que dirigía la orquesta”. Pero fue hasta que tomó un curso de música, en dónde conoció todos los instrumentos de la orquesta, que descubrió su gusto por el violín. Estudió en Querétaro con maestros particulares y hace 6 años se mudó a la Ciudad de México para estudiar en la Facultad de Música.

La violonchelista Álvarez Franco comenzó el nivel propedéutico en la Facultad de Música tocando el contrabajo, “después me cambié a chelo y fue de las mejores decisiones de mi vida”. A la par de su carrera musical Álvarez estudia historia en la Facultad de Filosofía y Letras.

   Complejidad

Para Köchel, como cuarteto, la complejidad de su trabajo está en empatar las distintas propuestas: la percepción individual de la música, la técnica, la visión e incluso la forma de hacer las cosas de cada integrante. Es la suma de todas estas partes lo que al final se transforma en algo nuevo con propiedades distintas. Para Morgan Pérez, en lo personal, “lo complejo de trabajar en un ensamble es hacer que todo cuaje”. Díez Martínez por su parte considera que la complejidad está en que “somos un solo instrumento conformado por cuatro”.

*Becario/a del Programa UNAM-DGAPA-PAPIME PE308217

Descargar el pdf