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Re-percusión cultural

   Jessica Gamiño González*
   12 de noviembre de 2018

El sonido de una batería es inconfundible.

O mas bien deberíamos decir los sonidos de la batería pues hablamos de los platillos, que provienen de la cultura oriental; el bombo y la tarola, de la tradición occidental de las orquestas; y los toms, de los ensambles africanos. Esa es, de acuerdo con el baterista Rodo Ocampo la esencia de la batería: “combinar la música de todo el mundo”. Así lo dijo en entrevista después de su presentación –la primera que realiza como solista— el pasado 8 de noviembre dentro de los Jueves de Música del Centro de Ciencias de la Complejidad (C3) de la UNAM.

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Además de los elementos ya mencionados, Ocampo ha personalizado su batería añadiendo dos percusiones que en conjunto se llaman tabla. Se trata de un par de tambores, uno agudo y otro grave, que son, de acuerdo con el baterista, las percusiones modernas de la India. También ha agregado sobre la campana de la batería, un pandero brasileño de capoeira al cual colocó un parche de batería. Por último, la batería de Ocampo también cuenta con un tank drum elaborado por el músico experimental Germán Bringas (quien también ha participado en los Jueves de Música del C3).

   Diálogo interno

Para Ocampo, la batería representa “un mini universo de posibilidades y de sonidos” lo que permite un constante conocimiento. Este universo de posibilidades está detrás de la afición del músico por añadir más sonidos a la batería convencional.

Su gusto por la batería lo heredó de su padre, entusiasta del rock. Se especializó en batería en música popular contemporánea en la escuela de Música DIM. También se ha preparado en free jazz con el saxofonista Remi Álvarez y en composiciones de la India en el Centro Cultural Gurudev Tagore de la Embajada de la India en México con Radsham Sharma.

Actualmente, Rodo Ocampo es miembro de diversos grupos de jazz, funk e improvisación como Ficu Trío, Señor Dinamita, E.L.R.A., The Brasstards y Sociedad Acústica de Capital Variable.

Para evitar la monotonía en la improvisación, Ocampo considera importante “tener muy claros los recursos que tienes y ser muy consciente del contraste” pues, en su caso, la improvisación está basada en un “archivo” de sonidos dentro de su cabeza lo cual puede hacer que se vuelva automatizado. Una forma de evitarlo es “buscar acostumbrarse a la tensión que genera el silencio o el tratar de hacer ruido”.

Como parte de su proceso creativo en la improvisación señaló que también está “una especie de renovación de idea todo el tiempo”, lo cual compara, como muchos otros improvisadores del Jueves de Música del C3, a una conversación. Del mismo modo, comentó que el ambiente influye en esta renovación de ideas, pues durante su presentación se pudo escuchar que vocalizó diversos sonidos y frases en diversas ocasiones, a lo cual él llamó un “diálogo interno”.

A ese diálogo, añade no sólo el sonido de las percusiones, sino de algunos cascabeles hechos con pedazos de un platillo, o con guajes de los árboles que trajo de su último viaje a Morelos.

   Compromiso musical

Para finalizar su presentación, Rodo Ocampo estuvo acompañado de Gisela Escalera, su esposa, saxofonista e improvisadora, quien además de acompañarlo en la última pieza, es también miembro de Señor Dinamita.

Gisela Escalera inició tocando piano desde niña, para después continuar con el clarinete y, desde hace siete años, con el saxofón, su instrumento favorito pues le gusta su sonido y las posibilidades que le da para experimentar y abordar distintos géneros musicales como el funk y la salsa, además de la improvisación.

Gisela se inició en el saxofón con Yancis Ventura Lora, maestro de saxofón en la Escuela de Música DIM. Posteriormente, estudió con Remi Álvarez en su taller de jazz y cada vez que puede continúa su formación con Tito Hinojosa pues aseguró le gusta “trabajar mejor el sonido”.

*Becaria del Programa UNAM-DGAPA-PAPIME PE308217

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